Todos hablamos de autoestima, o escuchamos expresiones como baja autoestima, buena autoestima… Pero en el fondo es un concepto difuso, poco concreto y, si nos preguntan qué significa, es difícil poder responder con claridad.
La autoestima, desde nuestra perspectiva es, sobre todo, la sensación que se tiene de uno mismo, es decir, cómo me siento a mí mismo. En un segundo lugar, es cómo me pienso, o percibo… Pero esto depende en el fondo de cómo me siento, de la valoración afectiva que hago de mí mismo. Por lo tanto, es relativa a ciertas emociones.
Principalmente podríamos decir que esta sensación de uno mismo depende de dos emociones (junto a emociones relacionadas): vergüenza y orgullo. No pensemos en la vergüenza exclusivamente como la timidez social o algo por el estilo. La vergüenza es mucho más. Esta emoción (cuando va dirigida al núcleo de uno mismo) implica tres cosas:
1) Sensación de uno mismo disminuida (como carente de valor, dignidad… malo, tonto, insuficiente…) que no concuerda con la realidad;
2) Ser despreciado o despreciable a los ojos de los demás
3) Estar expuesto (como si los demás pudiesen ver los defectos que me achaco, es decir, como si tuviésemos una piel de cristal que los ojos de los demás atraviesa, juzgando el interior).
Por otro lado, tampoco debemos comprender el orgullo como se ha venido entendiendo socialmente, como el pecado capital (casi por excelencia). No, nosotros no lo entendemos así. Entendemos que el orgullo es una sensación de uno mismo, afirmativa, como digno de valor y de respeto. Es sentirse valioso, merecedor, ya sea de cariño, respeto, amor… U otras experiencias. Por lo que no es algo malo.
Entonces, ¿de qué depende una autoestima buena o baja? Podríamos decir que la autoestima baja es la sensación de uno mismo relacionada con emociones relativas a la vergüenza, mientras que una buena autoestima está relacionada con el orgullo, la compasión y, en definitiva, con una mirada amable hacia uno mismo.
La siguiente pregunta que surge de forma natural es cómo se configura la autoestima baja y la vergüenza. Pues esto depende de dos momentos: el pasado y el presente. A veces hemos sido criticados y exigidos (por padres, profesores…), humillados (como en situaciones de bullying) o no apreciados (tal vez no nos han criticado, pero no han celebrado o valorado nuestros logros).
Cuando esto ocurre de forma especialmente dolorosa o crónica queda dentro de nosotros una voz desde la que nos criticamos y exigimos. Por lo que ciertas situaciones se quedan grabadas en nosotros, y vemos como la vergüenza va de la mano de la autocrítica y la exigencia. Nos decimos que no somos suficientes, que tenemos que trabajar más (¿para qué? Para considerarnos dignos de valoración o cariño), que somos tontos, débiles o que no valemos para nada… Lo que nos deja con una sensación crónica de insuficiencia, de ser malos o tontos (entre otras experiencias no muy agradables).
¿Cómo saber si tengo (de forma más o menos recurrente) baja autoestima?
Cuando nos sentimos menos que los demás de forma general, cuando nos sentimos criticados, desmotivados, con miedo a lo que piensen los otros, expuestos… Cuando nos exigimos o somos muy críticos con nosotros.
¿Cómo se puede trabajar la baja autoestima? Como vemos, la baja autoestima es un tema emocional, que depende de emociones como la vergüenza y la autocrítica, además de experiencias pasadas. Por lo que en terapia buscaremos (resumiendo drásticamente el proceso que es) atender a estas emociones y voces críticas del ahora, pudiendo llegar a ellas y transformarlas para que pueden aparecer emociones como el orgullo, y sensaciones de uno mismo más amables y compasivas. De tal forma que esta sensación se transforme, pase a ser más amable, y así podamos confiar en nosotros mismos, abrirnos a los demás y orientarnos a aquello que es significativo para nosotros.